miércoles, 20 de mayo de 2009

Otra cosa

Limpiando el desván encontré un extraño cartón azulado. Me pareció extraño porque pocas veces he visto cartones azules, dos veces para ser exacto. La primera vez estaba manejando por el centro y un Fiat uno blanco viejísimo, lleno de stickers del tipo "Uy hembras" de los que ya no se ven, se había pasado una luz roja y tuvo un choque con un bus realmente sucio y cuyo chofer gritaba por la ventana cosas como "Inconsciente, irresponsable, ridículo" en lugar de las usuales malas palabras. De aquel bus, se bajó un tipo con pantalones y zapatos café, recién lustrados, que caminaba con seguridad hacia el lado derecho de la avenida. Al llegar ahí buscó en sus bolsillos y sacó una llave que utilizó para abrir la puerta de un pequeño Suzuki forza de color rojo. Sin entrar completamente al carro, se agachó y sacó un pequeño cartón azulado con letras de color blanco, ilegibles desde mi posición. También sacó un paraguas, aunque no era época lluviosa, y lo que parecía ser, y esto solo lo puedo saber yo y aquellos que compraron este instrumento en la feria de Durán de 1998, una cítara. Claro, esta cítara estaba en su cajón original, uno de madera pequeño y amarillo pintado con la silueta de una corchea, aunque podría equivocarme. Mientras sacaba la cítara puso el cartón en el techo del carro y colgó el paraguas, que era de aquellos con mango curvo como bastón de caramelo navideño, en su brazo derecho. Luego de tomar la caja de la cítara, puso el cartón encima de ella, y agarró ambos paquetes solo con su brazo derecho, mientras se agachaba torpemente para cerrar el carro con la llave en su mano izquierda. En ese momento cambió la luz a verde y mientras avanzaba me quedé pensando en las posibilidades de que aquel señor sea zurdo.

La segunda vez que vi un cartón azul fue en la tele.

Otra razón por la que me pareció extraño este cartón azulado que encontré en el desván es que estaba forrado, pero FORRADO en cinta scotch. Uno pensaría que usarían cinta de embalaje, pero uno no piensa porque uno es un número. Tomé el cartón y lo examiné más a fondo. Concluí, luego de complejas operaciones matemáticas, que se habían utilizado 6 rollos y 58 cms de cinta scotch para forrar completamente cada parte del cartón de forma que la textura original del cartón sea imperceptible.

Luego de preguntar en voz suficientemente baja como para que nadie me escuche "¿a quién pertenece este cartón? si no hablan en tres lo voy a abrir unodostres listo" Saqué de mi bolsillo mi navaja suiza que, oh coincidencia, también conseguí en el año 98, pero no en la feria. Hábilmente corté la cinta que unía la tapa de los cartones y con cuidado abrí las tapas. Adentro encontré una de las cosas más extrañas que he visto en mi vida, ni siquiera lo puedo describir, es tan bizarro, tan irreal, tan de otra dimensión que ni siquiera se si puedo darle un nombre para pronunciarlo. La única forma de tratar de describirlo es por medio de una fotografía, si es que la naturaleza de tal objeto le permite ser fotografiado.

En realidad es azul pero mi cámara está sin baterías. En cuanto las tenga pongo la foto real.

Ok, tengo un problema con la exageración, pero estoy haciendo terapia. En fin, revisé inmediatamente aquella libreta y me quedé sorprendido con lo que vi. Tan solo con leer la primera página mi mente explotó en las posibilidades, transcribo para no dar largas:

DIARIO PERSONAL
DR. JULIÁN A. FILKEN VALENCIA
1987


Tiene páginas rotas y otras garabateadas, cuan cliché me parece el encontrar un diario con páginas arrancadas. Reviso bien el cartón y encuentro varios, son de diferentes años y están llenos de dibujos, garabatos y muchos textos cortos. Decido concentrarme en el que tengo en la mano y cierro el cartón por un momento. Analizando las primeras entradas veo un patrón extraño que influye mucho en lo que se ha escrito. La letra del Dr es al parecer muy grande para esa libretilla. Al principio se llevaba 3 o 4 páginas para relatar una entrada. En entradas subsecuentes se nota que la pereza venció y todas las entradas son cortas, hechas para entrar en una sola carilla. Ninguna tiene fecha, pero al estar escritas con plumas de diferente color, dan a entender que fueron escritas en días distintos.

Esto era un tesoro, tal vez aquí encuentre las respuestas que necesito para resolver el misterio que es Filkenstein y el porqué de su motivación destructora para conmigo. Discretamente limpié el área para que no quede evidencia de lo sucedido y me llevé el cartón con todos sus contenidos al lugar más seguro que conozco, debajo de mi cama. El resto del día me pasé leyendo diferentes entradas. Uno diría que un científico sería ordenado, pero solo 2 libretas tienen el año adelante, las otras solo tienen nombre. Leí distintas al azar y encontré entradas que me llamaron la atención. A continuación compartiré con ustedes aquello que considero interesante. Cada párrafo es una entrada distinta y las he puesto en desorden, porque soy desordenado.



Ya son 2 semanas de trabajar en el cine y estoy empezando a descubrir maneras de mantenerme entretenido. Por ejemplo, me fijo mucho en la gente que llega antes para ver los avances de las películas y espero al momento en que todos parecen más interesados en sus conversaciones para proyectar con velocidad y el volumen alto, el avance con el inicio más violento posible. Luego anoto las reacciones respecto al susto y anoto mi puntaje. Los gritos dan un punto al igual que un "¡ay que susto!" pero los movimientos, a menos que sean realmente obvios, no los hago valer. Alguien pudo haber estornudado y yo no podría vivir con la posibilidad de un puntaje que no merezco, faltaba más. Si mencionan a Dios en su grito me doy dos puntos.


Tomé el bus equivocado y no supe que hacer. No sabía donde bajarme, todos los lugares eran igual de desconocidos. Pregunté por donde ir y me explicaron mal pero por cortesía caminé hacia donde señalaban. Allí tomé otro bus que me internó aún más en el barrio en que me encontraba, pero no me dejó menos perdido. Tomé un taxi y me deprimí por haber tenido miedo, que clase de hombre soy.


Es imposible lidiar con la presión de la cocina. No puedo lavar sin ser interrumpido para llevar una cosa a algún u otro lado. El problema es que mi jefe dio a entender que todos pueden disponer de mis servicios y nadie se priva de hacerlo. Quise poner la raya cuando fui enviado a comprar unas pastillas a la farmacia para el jefe de cocina, pero no pude. No quiero contar porque no pude, me avergüenza. Ese mismo día, más tarde, terminé lavando el carro de alguien. La vida no es justa.


Me han llamado Filkenstein hoy una vez más, un apodo que no ha sido usado en más de 8 años, desde que salí de la Universidad. Fue ella la que me puso aquel apodo tan sencillo pero efectivo. Mi obsesión por lo que ella llamaba imposible dentro de los rangos de la ciencia la llevó a compararme con el Dr. Frankenstein, nunca leí el libro. Me hubiera gustado verla en otras condiciones y no justo después de admitir el fracaso, no junto a su esposo, no tan feliz ni tan completa. Que contraste. Ha de ser agradable tener algo por lo que vivir.


Deseo ser un idiota y no saber que vivo en este mundo. Quisiera tener fe, desconocer las reglas del juego y creer con todo mi corazón que las cosas mejorarán. Así al menos pasaría mi vida de pobreza y mediocridad con algo de esperanza en ser feliz. Y no como ahora, con la completa conciencia de que moriré solo.


No me gusta escribir. Lo hago solo porque lo prometí. En la escuela siempre me hacían escribir más que a los demás para mejorar mi letra, pero no mejoraba. Los números se pueden dibujar y eso es más fácil. Aún disfruto leer, pero no se por cuanto más.


A veces me gusta hervir agua, y poner la mano en el agua fría, solo para sentir como se va calentando lentamente. Me gusta saber cuanto aguanto pero me asusta que mi mano sea como la rana, y no se de cuenta que se está hirviendo hasta que sea demasiado tarde. De todas formas lo hago.


Estoy revisando mis anotaciones, tengo la impresión de que las letras juegan conmigo. A veces veo un ocho que luego es un tres y me deja pensando ¿dónde están los otros cinco?
Se que eso se lee extraño, ¿pero no es acaso para eso que sirven los diarios? Para verter las dudas, los temores, las locuras sin pasos falsos. Pues eso, los números, las letras y los resultados me engañan, juegan conmigo y me hacen pensar que lo imposible es posible. Me da miedo pensar que puedo estar perdiendo la razón pero debo aceptar que no se siente como eso. Es como si fuera algo normal, solo sucede y ya, como la lluvia, la primera vez puede ser terrorífica pero una vez que te explican su normalidad, la aceptas. Es como eso.


Era el astigmatismo y no la locura lo que afectaba a los números. Sin embargo, he notado que ciertos resultados, que al principio hubiera catalogado como errores, al ser utilizados como correctos muestran resultados prometedores. Eso va en contra de la ciencia, pero solo por diversión, ajustaré los números de la fórmula según mi conveniencia y romperé las reglas matemáticas más elementales. Me da igual que 2+2 sean 4 o sean 30, no tengo nada que perder.


Cuando me inscribí en la U me hicieron un examen sicológico completo. Recuerdo el desinterés del sicólogo y su apresuramiento por clasificarme como algo, lo que sea, para poder irse a casa. Yo seguí su juego, también me quería ir. Nos encontramos en el bus.


¿Qué hay en tu mente? nunca olvidaré tan fatal pregunta. Que sería de mi vida si no fuera por ella y su pregunta tan horrible. Es culpa de ella por iniciar este ciclo o mía por tener el potencial para obsesionarme de tal forma, que debo responder a su pregunta, cada día de mi vida. Iría a un sicólogo, pero la verdad, no me gustan, suelen tener más problemas que uno mismo.


No puedo imaginar a Filkenstein como una persona normal. Siempre sospeché, y que esto quede entre nosotros, que él era un pedazo de mi, una creación de mi imaginación hecha para atormentarme. No soy un desconocido para los procesos autodestructivos y peor para episodios sicóticos, creo que con mi historial mental, no tiene nada de raro esperar algo como eso, tener un demonio imaginario disfrazado de científico, que te hace la vida imposible. Pero esto, ya es otra cosa.

3 comentarios:

|_Bonny_| dijo...

Espero que esta entrada marque su regreso, porque se le extraña.

En cuanto al Doc, que loco eh? No me había imaginado nunca que los científicos podrían llegar a tener un diario, quizás una libreta con números sí, pero ha sido poético después de todo...

Ataraxia dijo...

me parece que lo que mas me impacto fue lo de la gente en el cine, es una experiencia primal estar todos atentos y casi hipnotizados por lo mismo, es un misterio y una maravilla las manera en que la luz que se proyecta puede arrancarnos emociones o hacer nacer ideas.

Andrés dijo...

Ya desarrollé un poco de disciplina y creo que puedo encargarme de este lugar. Y con respecto al Dr. yo creo que practicamente era otra persona antes porque es ilogico para mi también.

El cine si me hace sentir un poco polilla, a veces.