lunes, 25 de junio de 2007

Los encontré en la puerta


Corriendo como locos, blandiendo servilletas y con zapatos con luces que iluminan al pisar.

Según ellos, todo empezó cuando, quien más, el Dr. Filkenstein los llevó a probar un divisor de tareas interdimensional, que se supone lograría que el yo de otra dimensión haga las tareas del de esta para que uno tenga menos trabajo, este tema trae muchas interrogantes como: ¿cómo harás que el otro tú haga el mismo trabajo que tú no quieres hacer? ¿viene él a esta dimensión o lo hace desde allá? ¿y si el de la otra dimensión te obliga a ti a hacer su trabajo? ¿La comida la pone quién?

Igual nunca supieron las respuestas porque el aparato no funcionó bien y en lugar de unir dos dimensiones separó en cuatro partes nuestra dimensión.

En CMYK


Los del Cyan y Magenta se quedaron con la mayor parte de sentido común y trataban de poner orden, Cyan sin muchas ganas porque no le tocaron sentimientos, pero Magenta estaba furioso porque le tocó toda la furia. Los del Yellow, se llevaron los deseos básicos y tuvieron que encerrarlos a todos en jaulas separadas para que no se coman todo y se maten entre ellos. los de Black se la pasaron soñando y contando historias y andaban por ahí como locos hablando de cosas que a veces lo cautivaban a uno y lo mantenían interesado por 7 horas. En un intento por reestablecer el orden el Dr. Filkenstein Cyan, decidió buscar su reunificador magnetrónico de desdimensionalizados y lo disparó hacía todos los presentes, los cuales se unieron en mezclas distintas lo cual alteró gravemente su color y personalidad.

El Nuevo Dr. Filkenstein que estaba mezclado con una parte de Arquímides, discutía consigo mismo acerca de que hacer y convenció al resto de confundidos de que todos sus problemas se resolverían si atacaban al mundo con espadas, pero al parecer solo había servilletas y por eso salieron así de la casa a atacar y fue justo cuando llegué yo.

Los zapatos de luces ya los tenían desde antes.

Fue entonces tarea mía la de dividir las respectivas partes del grupo y apilarlos con su respectiva imagen unicolor, fue para mi sorpresa encontrar entre el grupo a mi señora esposa, que luego me contó, se unió para ver si alguien más en otra dimensión la ayudaba con las tareas del hogar. No se si deba salir a comprar helado de pistacho y almendras a las 3 de la mañana otra vez. Es la tercera vez que pasa algo así.

Usando el mismo aparato que los dividió pero con el rayo invertido (lo puse de cabeza) todos volvieron a la normalidad y se fueron con Normalidad, quien también aprovechó la oportunidad para contar la historia de como obtuvo ese nombre tan raro. Para ese rato ya se me había acabado el helado y me fui a dormir.

lunes, 18 de junio de 2007

Cortos los sueños

Nuestro deporte

Arquímides y yo fuimos al gimnasio a practicar algo de box, pero al final decidimos colgar los guantes. Como nos reímos al ver a todos tratando de recuperarlos del gran ventilador en el techo. Subirnos hasta allá fue el verdadero ejercicio.


Volando al sol

Lo mandé a Daniel a buscarme el sol, ya que era la mitad de la noche y las llaves se habían caído en el césped. Regresó con una nota y una linterna, la nota no la leeré, pero debo aconsejarles que no traten de molestar al sol mientras está ocupado, puede llegar a ser muy maleducado. La linterna estaba sin pilas.


Perdiendo el respeto capilar

La nueva silla de masajes del Dr. Filkenstein estaba diseñada para relajar las ideas más rígidas que uno pudiera tener. La probamos con Leticia, la amiga de mi esposa que disfruta del desparpajo. Cuando se levantó, nos miró fijamente y empezó a despeinarnos a todos con afán, mi esposa se sorprendió y dijo que la máquina funcionaba a la perfección, ya que lo único que Leticia respetaba eran los peinados, no se si realmente hicimos bien.


Desbalance

Arquímides fue a mi casa el otro día y se sentó en un banco en la cocina, lo rompió completamente y todo se puso caótico. El Dr. Filkenstein se puso a reclamar porque dijo que tenía una cuenta de ahorros en ese banco. La AGD nos estuvo llamando.


Lápidas de luz

Estabamos de paso por el cementerio, mi esposa moría por tomar unas fotos ahí y yo siempre he disfrutado de buscar las tumbas más antiguas. Nos reiamos de la gente que le tiene miedo al cementerio cuando de pronto un señor nos dijo:

-Disculpe...
- ¿Si diga?

Le grité mientras corriamos hacia el carro.

lunes, 11 de junio de 2007

El día que me volvi loco

Lo recuerdo muy bien, fue el día más extraño de mi vida, fue 4 meses después de esto, de que decidiera crear un mundo de letras que refleje mi existencia en este universo no inteligible. En este lugar de palabras que existe únicamente en la mente del que las lee, o por lo menos eso decía la voz.

La extraña voz que escuché ese día, que trataba de convencerme de que nada existe, de que todo está en mi mente, de que todo lo que soy son letras y palabras, y yo que no entendía su extraña manera de ver el mundo, donde todo es más real según él, donde no hay palabras ni letras ni fotos ni doctores que vivan en casa, aún no le entiendo. Una voz como de herrumbre, que me explicaba que yo estaba allá y no aquí con ustedes, que yo estaba sentado en el filo de una cama y no en el mundo que "yo mismo creé" ¡Ja! que ridículo como cree que yo voy a crear este mundo... solo. Mucha gente me ayudó, mi esposa, mi hijo, el Dr. Filkenstein, Arquímides y sus amigos, Leticia y hasta el pelado que brinca la cerca del patio de atrás, el mundo se hace en grupo, uno solo no llega a nada.

Pero era extraño porque era como ser arrancado, como llevado a la fuerza a un lugar frio que vagamente recuerdo pero que prefiero no afrontar. ¿Por qué querría volver? ¿Por qué querría alguien volver? Él me preguntaba que por qué escribo, para qué escribo, pero yo seguía sin entender, yo no escribo, yo existo en esto que alguien lee, yo solo puedo existir aquí donde todo es posible, le dije, y le expliqué que las letras y palabras son lo único que conecta este lugar con ese y que es la única forma de asomarse por la ventana ínter dimensional, porque el asunto es tan místico que la única forma de verlo es imaginándoselo mientras se lee.

¿Entonces aceptas que son palabras? me dijo, y yo le dije que no, que eso es lo que el tiene allá para entrar acá, que es la única llave para este lugar desde ese lugar y que es lo mejor que le puedo ofrecer, una llave puede ser un pedazo de metal o la clave de ingreso a una mansión, que el vea las letras y palabras no significa que eso es todo lo que son.

Pero entonces la vi, ella, con su mirada de tristeza, de dolor, mirándome con lágrimas en los ojos, pidiéndome que vuelva, era mi esposa que tanto amo, que me llamaba usando mi nombre, pero era otro nombre mi nombre perdido, mi nombre real y la miré a los ojos y respondí a ese nombre que no puede existir aquí.

Y todo cambió.

Vino el punto más alto de mi locura, estuve por unos segundos en ese lugar real, y vi a mi esposa y sus brillantes ojos que siempre me despiertan, y vi al dueño de la voz de herrumbre con sus lentes, su bata, su cuadernillo viejo lleno de apuntes no inteligibles como el universo. Creo que está volviendo dijo, y yo que estaba en esa dimensión real, empecé a ponerme nervioso y empezaba a pensar que era una mala broma del Dr. Filkenstein y algún nuevo aparato, después de todo ya he terminado en otras dimensiones gracias a sus experimentos, así que empecé a gritarle al Dr. para que apague la máquina, pero mi esposa puso su mano en mi mejilla y me acarició suavemente, como si fuera un niño, y pude sentir sus lágrimas en mi piel, las que tenía en las manos de haber llorado previamente, y todo fue sólido y doloroso y sobretodo real, real como dijo la voz de herrumbre que solo miraba con sorpresa y tomaba notas, y mi esposa me decía que no, que deje de llamar al Dr, que él no existe, que eso no existe, que estábamos en el hospital y que debía quedarme aquí con ella, que iba a mejorar y me abrazó muy fuerte y todo era tan oscuro y triste, y ella lloraba y el tipo me miraba y decía que esto era algo bueno y que era un avance y que tal vez ya no sería necesario que escriba en el blog y le decía a una señora que yo no había visto antes que siga con el tratamiento pero que le añadan 50 mg a un medicamento que no recuerdo el nombre pero que llevaba una x en medio.

En ese momento realmente creí estar loco y me asusté mucho y quería irme lo más pronto de ahí, no quería dejarla sola, pero no podía vivir más en ese mundo tan rígido, tan real, y me dejé caer como si ya supiera como hacerlo, como si ya lo hubiera hecho antes, y ella me gritaba que no, que no me vaya, que me extrañaba, que me quería ver, hablar conmigo, que estaba cansada de leerme y sus ojos llenos de lágrimas tenían algo más, algo que brillaba detrás del líquido salino, algo como tristeza pero más fuerte, más amargo.

Y me desperté en el sofá, asustado y nervioso, corrí a buscar a mi esposa, quien preparaba lo que resultó ser un delicioso estofado de pizza. Y le conté lo que en ese momento pensé que era el sueño más real de mi vida, pero el Dr. Filkenstein me dijo después que yo nunca me dormí, que probablemente me volví loco por un día porque estuve sentado en el sofá todo el tiempo murmurando un nombre que no podía existir aquí.

lunes, 4 de junio de 2007

Reposiciones genéticas

Hoy la pasamos bien.

Fue bastante grata la exposición "Mariposas imaginarias de otras dimensiones y gente que cree en ellas" que ofreció el Dr. Filkenstein en el techo de la casa, pudimos disfrutar de la belleza de una amplia gama de mariposas existentes e imaginarias (en mi opinión las que se robaron el show), además de la presencia del famoso Fililigólogo Johanus Martil Tercero... en hablar. Él nos explicó las funciones mentales de la gente que decide (son sus palabras) volverse incapaz de disfrutar del maravilloso espectáculo de las mariposas imaginarias y sus colores inventados.

A este lindo show fuimos en familia y todo fue muy entretenido, todo excepto un pequeño incidente que alcanzó grandes alturas, grandes alturas por culpa de mi hijo, ya que él tiene una característica especial.

Verán, él puede volar.

Esta capacidad la tiene desde que nació (no hace mucho tampoco) y le permite desplazarse a su propio ritmo por las corrientes de aire, subiendo y bajando a la velocidad que él desee. Según los doctores, esto sucedió en base a los anhelos de ambos padres de emprender el vuelo durante casi toda su vida. A mi esposa y a mi nos pareció algo fantástico al principio, pero con el tiempo nos dimos cuenta que es más difícil cambiar el pañal de un niño agarrado de la lámpara de techo.

Entonces comprenderán porque hubo problemas en la exposición, cuando las mariposas empezaron el espectáculo todo estaba bien, pero cuando llegaron a la parte de los trucos de magia y llamaron a un voluntario, mi hijo se empecinó en ser él el voluntario, aunque ya la mariposa-mago había escogido a un señor de semblante azul y corbata negra que aplaudía con entusiasmo hasta cuando le llevaron una bebida con, horror, un insecto en ella. Al final la bebida se la cobraron al insecto.

La mariposa-mago le indicó al señor que deje de aplaudir, que los aplausos la ponen nerviosa porque así su prima perdió un ala. Mi hijo se acercaba con rapidez al escenario, y cuando vio que el guardia de seguridad no le permitiría el paso, se elevó y le pasó por encima, pero por hacer eso se enganchó en uno de los cables invisibles que usaba la mariposa-mago para la parte de la levitación (lo cual no tiene mucho sentido, teniendo alas la mariposa) y como es un niño pequeño, al primer síntoma de problemas empezó a llorar y llamar a sus padres.

El show se detuvo y yo, sin saber que estaba atorado en el cable invisible (¡porque no lo vi!) empecé a gritarle:

- ¡Daniel Silver baja de ahí en este momento!
- ¡Waaaaaaa!

Ese fue más o menos nuestro diálogo, del cual pude deducir muchas cosas, como por ejemplo, que estaba atorado en un cable invisible, que quería bajarse y que tenía hambre, así somos los padres. El Dr. Filkenstein se ofreció a inventar un increíble gadget capaz de reducir por momentos la gravedad de la tierra de forma que podamos levitar hasta el niño y liberarlo, pero luego de muchos cálculos se llego a la conclusión que eso crearía un desbalance tan grande que la existencia del ser humano peligraría, por lo que buscamos una escalera.

Mi esposa dice que envidio a Daniel porque él puede volar y yo quería tanto hacerlo, y tiene un poco de razón pero solo un poco. Igual me alegro mucho por él, solo espero que cuando crezca, lleve a su padre a dar un paseo por las nubes.