Hoy traté de ir temprano al trabajo, pero perdí las llaves y pasé dos horas buscándolas. Estaban dentro del sofá. Mi jefe me pidió un reporte completo de las actividades de las tropas (yo tengo tropas) y sobre todo del inventario de la comida y municiones. Estuve todo el día en eso, pasando números en montañas de papeles.
Pero luego todo fue mejor, mi amigo Arquímides (si con i, no con e como él, es que su padre estaba convencido que era con i) vino a visitarme y discutimos inteligentemente 7 tratados internacionales del año 1728, en francés y mientras bebíamos agua, para después patearle el trasero en el playstation 2. El Dr. Filkenstein tampoco molestó para nada, solo hubo un momento en que se acercó demasiado a Arquímides y éste le explicó la situación política ecuatoriana, ahuyentándolo por el resto de la noche.
Arquímides puso su bolso azul sobre la mesa y sacó una extraña esfera de color púrpura. Mientras cerraba su bolso me pareció ver un universo ahí dentro, pero no pude decir mucho más porque él prendió la esfera (no sé como) y de pronto todo el cuarto se puso de color púrpura. Pero no es que la esfera emitía luz púrpura y esta se proyectaba, no...
Todo era púrpura.
Como si todo en mi casa hubiera sido siempre púrpura. Y yo, que también me sentía púrpura de nacimiento, me encontré alarmado al tomarlo con tanta naturalidad. Mi esposa por otra parte apareció corriendo por el pasillo, toda púrpura ella gritando que se sentía naturalmente púrpura y que eso no estaba bien. Mi hijo lo tomó muy bien, ya que ahora podría escribir en las paredes sin que nadie le grite por manchar las paredes púrpuras, con el marcador púrpura.
Arquímides reía y alababa al color en cuestión mientras yo pensaba que me iba mejor el azul, naturalmente azul hubiera sido algo bueno. En mi opinión el púrpura es más húmedo.
Al final Arquímides lo apagó y anunció su retirada, no sin antes dejarme una de esas esferas pero en azul la cual tiene un futuro incierto, según el Dr. Filkenstein, que salió cuando se fue Arquímides.
Yo la verdad no sé.
Pero luego todo fue mejor, mi amigo Arquímides (si con i, no con e como él, es que su padre estaba convencido que era con i) vino a visitarme y discutimos inteligentemente 7 tratados internacionales del año 1728, en francés y mientras bebíamos agua, para después patearle el trasero en el playstation 2. El Dr. Filkenstein tampoco molestó para nada, solo hubo un momento en que se acercó demasiado a Arquímides y éste le explicó la situación política ecuatoriana, ahuyentándolo por el resto de la noche.
Arquímides puso su bolso azul sobre la mesa y sacó una extraña esfera de color púrpura. Mientras cerraba su bolso me pareció ver un universo ahí dentro, pero no pude decir mucho más porque él prendió la esfera (no sé como) y de pronto todo el cuarto se puso de color púrpura. Pero no es que la esfera emitía luz púrpura y esta se proyectaba, no...
Todo era púrpura.
Como si todo en mi casa hubiera sido siempre púrpura. Y yo, que también me sentía púrpura de nacimiento, me encontré alarmado al tomarlo con tanta naturalidad. Mi esposa por otra parte apareció corriendo por el pasillo, toda púrpura ella gritando que se sentía naturalmente púrpura y que eso no estaba bien. Mi hijo lo tomó muy bien, ya que ahora podría escribir en las paredes sin que nadie le grite por manchar las paredes púrpuras, con el marcador púrpura.
Arquímides reía y alababa al color en cuestión mientras yo pensaba que me iba mejor el azul, naturalmente azul hubiera sido algo bueno. En mi opinión el púrpura es más húmedo.
Al final Arquímides lo apagó y anunció su retirada, no sin antes dejarme una de esas esferas pero en azul la cual tiene un futuro incierto, según el Dr. Filkenstein, que salió cuando se fue Arquímides.
Yo la verdad no sé.
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